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» La gloria, la fama, un veneno que a largo plazo vuelve adicto a quien de ello degusta de manera asidua con el deseo constante de cada vez más probar de ese sabor tan exquisito que solo otorga la gloria cuando en la cúspide de la misma nos mantiene. Es así como en el apogeo de su poder, de su éxtasis, las deidades olímpicas le concedieron el deseo a las constelaciones zodiacales de tener un cuerpo mundano, una forma humana.

En el apogeo de la civilización grecorromana fue que Hefesto concedió a los signos el cuerpo humano, Zeus los trajo del firmamento para que entre mortales pudieran por fin convivir, ser parte de lo que desde el firmamento observaban. Sí, un regalo que los dioses brindaron gracias a lo embriagados que estaban de ese poder que las alabanzas, los elogios, los sacrificios les otorgaban en el día a día; aunque como bien se sabe, nada es para siempre, incluso su poder comenzó a apagarse con el correr de los años, de los siglos.

El tiempo esfumándose, su fe olvidándose, su nombre ya tan mencionado no era. Las décadas hicieron de lo suyo, en la cuna de los vagos recuerdos mundanos se fueron quedando hasta que su mención solo como un simple acto era; ya devoción no quedaba, sus hazañas como simples cuentos se recitaban. Su poder se esfumaba con el correr de las agujas, la actualidad fue donde la ciencia fuerte ha pisado en las religiones, ellos como primordiales víctimas de los adelantos en la humanidad han sido. Dioses sin gloria, mortales cada vez más se parecían. Una reunión tuvieron, varios puntos en vista sobre la mesa en búsqueda de una clara solución ante el pasar que les está haciendo sufrir cada vez más.

Fue entonces que surgió un esquema a un plan que fallas no tendría, nadie en su contra se alzaría.

Las deidades tras la titanomaquia mantenían en constante castigo, encerrados o prisioneros a los titanes que en su contra estuvieron. Un trato con ellos hicieron, algunos se vieron forzados a aceptar a pesar de que ello no deseaban, aún así su brazo a torcer dieron por las deidades que, a pesar de hacerles un negocio estupendo los mantendrían en una falsa libertad pero en si, ¿cuál fue el trato? Los titanes tendrían que ir a la tierra en si, crear caos, discordia, destrucción; nadie les haría un grave daño. Aunque el afán de esto es que, junto a dichosos seres también comenzarían a suceder diversas calamidades naturales; tormentas, guerras, criaturas liberadas. Más no podían hacer ya que sus poderes eran tan escasos, mínimos, pero esto mantuvieron en secreto de a quienes les ofrecieron quitarles sus cadenas.

Claro, la pregunta que nos hacemos es, ¿en qué afectará ésto o qué solución traerá? Sencillo de entender es. Los dioses recuerdan aún que en la tierra se mantienen las constelaciones zodiacales a las cuales, en pleno siglo 21, en medio del año 2023 se han comunicado con ellos. Una voz; tan clara, profunda, esa diatriba del rey de dioses que les encomendó una misión entre los mortales. Engañándolos, advirtiéndoles que calamidades comenzarán a acechar en su plano a la par que les explicaban que con su fuerza no podrán mucho hacer por lo que de manera falsa les han concedido un dote, doce dioses brindaron el restante de su poder a las constelaciones zodiacales con el mérito de que haciendo uso de ello tendrán que salvar a los humanos, volverse sus protectores ante lo dantesco que en el futuro depara. Una única condición fue expuesta y era que en nombre de ellos deberían de actuar; ser el escudo griego que les brindará paz a los humanos. Sí, así tendrían otra vez los elogios, las alabanzas, así otra vez se brotará su dominio en los cielos como en antaño fue.

Zeus clamó en su discurso que en Creta tendrán a un castillo a su completa disposición, ahí, ahí tendrá que ser su punto de encuentro, el lugar donde deberán ir para encontrarse entre todos para así poder ser su mano derecha en un estado más físico. ❞